10. The Memory Remains


Fragmentos fugaces. Despedazos. Tenebrae. Iridiscentes, a contrapared, las siluetas. Encarnadas, sombras. Humedad, decrepitud, pesada atmósfera ceniza. Ruido de resortes mecánicos, chirridos de compuertas de hierro abriéndose. O eso parece.

En un sótano oculto, en las mazmorras de la Luna, en la zona de las máquinas, entre cables torcidos, la computadora central está conectada al dispositiva que han traído del planeta Tierra. “Lo he extraído del Dypilon, encerrado en un verbo presocrático, en la alquimia de una espiral, invisible al tacto, pero evidente para los rayos láser”, dijo el amo. Sí, es un modelo antiguo, deteriorado por el musgo de los siglos, por los hongos del olvido y la bruma de la derrota. Pero ahí está, dormido se puede decir, esperando a ser abierto para develar sus secretos.

Se conectan. A través de los cables de fibra óptica, a alta velocidad, se transfieren los datos desde el Dispositivo hasta la máquina central. Imágenes guardadas en el banco de datos, en lo que parece una débil organización numérica, algo extravagante, basada en modelos pitagóricos. Tarea fácil para el cerebro hiperveloz de la computadora lunar. Los receptores abiertos, fluyendo de ida y venida, desde el pequeño modulo cuántico pasando y absorbiendo algoritmos para convertirlos en pulsiones y para que éstas se transformen en imágenes y palabras.

De ida:

Robots llegan a la Tierra: primer cargamento ordenado por Childeruco. Las máquinas antimotines asesina a una horda de manifestantes en contra de las políticas tiránicas del Emperador. Esos mismos androides son llevados a Siberia, en donde construyen un laboratorio subterráneo secreto. Algunos presos son llevados para trabajos forzosos y para fungir como conejillos de Indias. El Rey del Mundo no sabe que los robots han sido comandados por alguien para que edifiquen una fortaleza escondida en suelo ruso.

De vuelta:

Agua, aire, fuego, tierra. Sello de palabras, Logos. Arenas, un viejo maestro de las matemáticas, Alejandría, un hombre con un ánfora. Dypilon. Una pira, llamaradas, viento, el Nilo… Locura.

De ida:

Las naves van llegando a la Tierra, repletas de máquinas. Tú, computadora central, les das órdenes. En toda calle del Mundo deben estar presentes para detener a los sediciosos. Childeruco se muestra complacido por sus habilidades. Aunque ya ha comenzado a desconfiar y pide que detengan las producción de robots en la Luna. Ustedes ya tienen los planes hechos.

De vuelta:

Una ventisca sobre las superficies de las aguas de Rodas. Una fuerza no identificable perturba la isla. La mole arcaica permanece ahí, a la expectativa, furiosa, pero con miedo a la raza humana.

De ida:

No van a parar de hacer máquinas. Deciden no transportarlas a la Tierra, pero se niegan a cumplir las órdenes del Emperador. Childeruco pide que los robots sean desactivados y llevados de regreso al lado oscuro de la Luna. Llega Matsui al Satélite, a la zona de los templos. En las mazmorras, su maestro las prepara para invadir la Tierra. Ella, la mujer de la Tierra, los detiene con una extraña sugestión que llaman “magnética”.

De Vuelta:

Encuentra refugio en Éfeso, entre las pilastras dedicadas a la diosa Artemisa. No se ha extinguido en él la duda, ni la sensación de pena, ni la tristeza, ni el temor. Una fuerza no identificada, capaz de volverlo al polvo, lo sella adentro de una figura, y lo condena al olvido eterno.

De ida:

No podrán atacar, pero consiguen que la zona oscura sea declarada área independiente de las máquinas. Ella será mediadora o escudo. Relaciones diplomáticas, por el momento. En Siberia el proyecto avanza lentamente, pero de forma segura y clandestina.

De Vuelta:

El maestro matemático dice: “Aprende a ver las formas básicas, las proporciones y las medidas”. Otro: “Del agua, así mismo te saco yo”. El siguiente: “Yo te doy las palabras del aire”. Uno más misterioso: “Del fluir, y del fuego eres”. Otro: “Eres lo que no puede ser no ser”. Una voz: “Eres ilimitado”. Un ser: “De la semilla, de lo indivisible”. Más tarde: “De la mezcla, de cuatro raíces”. Y al final: “Como el círculo, así eres a mis ojos”.

De ida:

[La máquina central encripta aquel pasaje en la categoría de “juegos de palabras”, pero bajo la etiqueta general de Gametech, como si se tratara de un tetris o puzzle.]


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