La gran compuerta se abre trabajosamente. La tiniebla traga gran parte del salón, donde
El viejo científico, angustiado, envuelto en aquella túnica carcomida de templario, se acerca de inmediato a auxiliar a
—¡ P.U.L.P., P.U.L.P.!, ¿qué ha sucedido aquí? ¿pero qué te ha pasado? —exclama el viejo científico, como si pudiera obtener respuesta de un tostador.
—
—¿Cuánto tardará en cargarse
—Algunas terminales han sufrido daño por el ataque del Dispositivo, así que podré cargar a
Bacon medita sobre sus opciones. No le queda más que esperar para poder detener a la máquina enloquecida. Sabía que
—Entelequia 1 —gritó Bacon—, no sólo hagas eso, nutre de los datos necesarios a
—Pero Maestro, eso es muy arriesgado, no sabemos cómo podría reaccionar
Bacon medita en la oscuridad de su consciencia la decisión final.
—Tienes permiso de proceder, Entelequia 1… por lo pronto, retira los seguros de las compuertas de las mazmorras, iré por nuestro huésped.
—Sí, amo.
La máquina central conecta unos cables que parecen tentáculos en la cabeza del monstruoso molde llamado P.U.L.P. Era una pieza sólida de la ingeniería robótica de punta, con un sistema biomecánico debajo de la coraza de metal gris. Constituía un émulo del interior del cuerpo humano. Nervios y arterias vacías, pero que serían llenadas con sangre humana para activar la doble potencia del robot más tétrico creado por Bacon. La información fluía, bites, megas, gigas e hipergigas.
Bacon abandona la sala y se dirige a una salida que conecta directamente con la mazmorra de los prisioneros. Sigue un túnel inclinado hacia el subsuelo que desciende en espiral, aunque el caminante apenas percibe en su andar la forma de aquella desembocadura. Mientras los archivos que se cargan en los sistemas de